domingo, 14 de febrero de 2016

Duodécimo día. Estamos a la espera de poder cruzar a Colombia. Nadie sabe a que hora sale el Ferry y eso nos preocupa Es un servicio muy irregular y la empresa no tiene sitio de internet ni ningún lugar en donde averiguar.
El camino estuvo ligando por las plantaciones de plátanos. Por todos lados se ven cientos de personas trabajando en ellas y de cada árbol una bolsa azul colgando protegiéndolos seguramente de los insectos y ayudando a su maduración. Una vez sacados de las plantas los cuelgan al aire libre, boca abajo, esperando su punto justo hasta que los pasa a recoger el camión. 
En cada plantación hay una serie de casas muy humildes, hechas con durlock, en donde viven los que trabajan. Casi todas están construidas en altura porque parecen estar construidas sobre pantanos. Lo llamativo es que todas tienen rejas de seguridad. No me queda claro si es por la inseguridad o para protegerse de los animales. El tema del Dengue y el Zika son combatidos desde la publicidad oficial con grandes campañas, pero uno después ve a los chicos, jugando descalzos en los charcos de agua, y se pregunta si tanta publicidad será efectiva. 
La primera multa del camino me la hicieron hoy, por exceso de velocidad. Iba a 80 en la Ruta Panamericana, pero parece ser que un cartel, muy bien escondido, que venía en combo con un policía de muy malos modales, exigían que en ese tramo no se podía ir a mas de 50. No dije nada y habrá que pagarla. 
Detrás queda Panamá y su solidaridad con Malvinas, pese a que cuatro diputados decidieron crear un grupo de amistad con los asambleístas de las Islas. Nos recibieron muy bien y el recuerdo de la lucha por la Soberanía del General Torrijos estuvo presente todo el tiempo. 
Cuando crucemos vamos a estar en América del Sur. Mi parte de América. La del fútbol bonito que le ha repartido jugadores como Distéfano, Pelé, Maradona y Messi al mundo, pero también como Garrincha, Ronaldo y Neymar, el pibe Valderrama y Radamel Falcao, Salas y Zamorano, Obdulio Varela y Luis Suárez, el Diablo Echeverry y el Chemo del Solar, Chilavert y Cabañas, y tantos otros que nos llenaron la vista de magia.
La América del realismo mágico de Garcia Márquez y de los cuentos de Vargas LLosa y Jorge Luis Borges, pero también la de Galeano y Benedetti, Gelman y Soriano, Amado y Roa Bastos, Mistral y Neruda, Vallejo y Pedroni, y por supuesto de Cortázar, y tantos otros que nos llenaron nuestros espíritus de sueños.
La América de los las luchas sociales y los movimientos populares. La que parió a grandes de la historia que trascendieron sus fronteras. La que vió nacer solo Libertadores y nunca invasores. La de los que soñaron con que fuera una sola, unida e integra, la de San Martín, Belgrado y Güemes, la de Artigas y O’Higgins, la de Bolívar, Sucre y Santander, y tantos otros que dieron su vida por ella.
La América que sueña con terminar con las diferencia, y que en un acto de dignidad le dijo que no al Alca hace 10 años, la de los pueblos solidarios que reaccionan ante la menor sospecha de peligro, como ocurrió en Malvinas cuando 25 mil Bolivianos se anotaron voluntariamente para ir a la guerra y los pilotos Peruanos hacían fila por subirse a sus aviones. La que acompañó a la Argentina en su momento más terrible, y la que la acompaña en bloque en cada reclamo que se presenta por las Islas.
Esa América que desborda de alegría y le mostró al mundo su música, desde el Tango a la Bossa Nova, pasando por la Cumbia, la Cueca, el Ballenato, el Carnavalito, la Murga uruguaya, la Ranchera, la Bachata, la Samba y la Zamba, y todos los sonidos que amenizan nuestras vidas.
Esa es mi América, la de la parte de abajo del mapa, la del Sur, la que tiene todos los climas y es reservorio de alimentos y agua del mundo. La que sueña con tener un destino de unidad y por eso creó la Unasur, La que busca dejar de ser el último rincón del mundo para ocupar el espacio que le corresponde en la escena mundial. 
La de las riquezas inconmensurables, la esquilmada y usurpada, la que aún llora sus muertos y clama Memoria y Justicia por ellos.
Esa América incompleta, porque aún le falta un pedazo para ser una. Y el pedazo que le falta está en manos de usurpadores que se niegan a dialogar, porque esta América quiere eso, Dialogar, y que vuelvan a casa las mas desprotejidas, las que añoramos, las que están regadas de sangre Americana, faltan ellas, y por ellas seguimos adelante, porque las Malvinas fueron, son y serán, de América Latina.

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