La última vez que estuve en Guatemala fue cuando me mandaron del noticiero de America para cubrir la noticia del robo de los tres hijos de Gabriela Arias Uriburu. Trate de ayudarla mas allá de la cobertura mediática en todo lo que pude, y eso forjó una amistad que aunque no nos veamos sabemos que existe. Gabriela me enseño algo importante. La paciencia y el Diálogo hacen milagros. Ella ahora ve a sus hijos y pasa mucho tiempo con ellos, no todo el que quiera, pero lo logró, y a mi me emociona.
Salimos rumbo a la frontera y cuando nos acercamos vimos un mundo de personas viviendo de la desesperación de los otros. Una larga cola de más de 6 cuadras para pasar y supuestos hombres con contactos que se trepaban a la camioneta para ofrecernos sus servicios. Seguimos marcha hasta que no pudimos evitar a uno que nos mostró una credencial que debería tener la misma influencia que el referéndum de los habitantes de Malvinas.
Cinco pesos para cruzar el puente, 40 para estacionar, 160 para entrar la camioneta a Guatemala, 38 para que la desinfecten, y asi uno atrás del otro. Después de evitar a los hombres con contactos y a los cambiadores de pesos mexicanos en quetzales que perdían plata para ayudarnos salimos rumbo a Guatemala.
El paisaje es diferente. Ya no hay mas desierto. Ahora todo es verde y florido. Las cañas de azúcar se levantan a los costados de la ruta, y los cosechadores trabajan muy cerca de los autos. Por cierto, el quetzal, nominación de su moneda, es una serpiente emplumada.
Aparecieron los clásicos colectivos de Centroamérica, buses escolares de los Estados Unidos, pero reformados y muy coloridos. Manejan como locos y siempre van acompañados por algún joven, colgado del estribo, y que va haciéndose paso a los gritos.
Nos quejábamos de algunos caminos en Mexico pero estos están en peores condiciones. La primera parada fue en un negocio de una cadena de comidas rápidas, pero no la que imaginan. Comimos algo, trabajamos porque teníamos internet y seguimos viaje. La otra fue para cambiar el chofer y mientras Daniel se preparaba yo fui a comprar unos helados. En realidad era un puestito en la calle en donde una chica vendía “Tuti Frutti”. En un vaso puso una cantidad de frutas en trozo, lo completó con hielo granizado que trabajó con sus propias manos hasta convertirlo en una semi esfera que decoraba el vaso, le agregó leche de coco, leche condensada, chocolate y granas. Acá estoy, con mi primer dolor de estómago. Pero feliz. Llegamos a Guatemala y mañana nos espera un gran día de trabajo. Nos va a recibir la Embajadora Argentina y el ex Presidente de Guatemala, Vinizio Cerezo. Luego seguiremos camino hasta Nicaragua.
La gran noticia del día es que escribieron los alumnos de la Universidad de Westminster, con los que nos juntamos cuando estuvimos en Londres, y quieren venir a la Argentina para charlar más sobre Malvinas, porque la intención es abrir una cátedra permanente en la carrera de Relaciones Exteriores de esa Universidad.
Un pàrrafo aparte para Matías, el tercer hombre a bordo de la camioneta. Sin su participación como navegante, con todos su aparatos tecnológicos, lo mas probable es que estuviéramos dando vueltas por algún lugar remoto. Además le aporta al equipo su frescura y su siempre buen humor y predisposición. Un acierto que haya venido. Y un gusto conocerlo.
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