sábado, 6 de febrero de 2016

ercer día. Por fin llegamos a Guatemala. Ayer dormimos poco porque llegamos a Ciudad Hidalgo a eso de las 3 y media de la mañana, después de cruzar México durante todo el día. Atrás quedaron los tacos, los frijoles, y sobre todo el picante, que los mejicanos parecen usar para todo, incluso para desayunar. Después de dormir cuatro horas nos despertamos y nos preparamos para el largo viaje. Habíamos estacionado la camioneta en un Oxxo, que son pequeños supermercados abiertos las 24 horas. Nos preparábamos para salir cuando conocí a Oubón, un pibe que mientras yo trataba de agarrar algo de wi-fi me daba vueltas con unas bolsas de pan en la mano. Me miraba pero yo estaba luchando a brazo partido contra la tecnología y trataba de no distraerme. Siguió esperando hasta que me ganó por cansancio y se acercó para ver si quería comprarle pan. La verdad vivo a dieta pero me pareció interesante gastarme los últimos 9 pesos mejicanos que tenía como para iniciar una conversación. Oubón me contó que vive junto a sus padres y 5 hermanos cerca del volcán próximo a la frontera y que todos los días bajan para venir a trabajar. Son Hondureños pero están ahí de paso porque su sueño es llegar a los Estados Unidos. Tiene 16 años, pero parece de 11. Me dijo “soy chaparrito, pero no pierdo las esperanzas”, y me robó la primera sonrisa del día. Su padre es pastor de una Iglesia, El Señor de las Cosecha, que pertenece a la Iglesia Cristiana Pentecostés. Son pobres y trabajan todos para vivir con dignidad. Quiso saber de las Malvinas y le expliqué. Me dijo, “ah, entonces las tienen los piratas”, y me reí. Mientras devoraba el pan, que estaba riquísimo, aunque el me miró y me dijo “mire que se lo pone manteca o mermelada”, seguimos charlando y le conté quienes eran las personas que estaban en las fotos. Cuando llegamos a Mascherano me preguntó si lo conocía. Y después vino la pregunta fatal. “¿Porque no está Messi en las fotos si es argentino?. La explicación no le satisfizo, ni a mi dársela, pero le conté que en la campaña no obligábamos a nadie. Al rato se lo presente a Daniel y se pusieron a charlar. El es mas simpático con la gente que yo y eso se nota mucho. Me quedé con lo del sueño de esa familia. Sabrá que cuando lleguen, si logran hacerlo todos, van a seguir siendo tan pobres como ahora, pero viviendo con el terror de ser deportados o perseguidos, sin poder ir a un hospital?. El problema de los migrantes es una deuda pendiente que tienen nuestros políticos y que hay que resolver con premura. A veces miramos a Asia, Africa o Europa, y no nos damos cuenta que en nuestra America pasa lo mismo. Cientos de desplazados, marginados, o expulsados para siempre de la sociedad buscan un sueño. Un sueño que muchas veces se convierte en pesadilla. El Papa vendrá nuevamente a nuestro continente y este será un tema central en su agenda. Ojalá que si no se resuelve por conciencia se pueda resolver por vergüenza.
La última vez que estuve en Guatemala fue cuando me mandaron del noticiero de America para cubrir la noticia del robo de los tres hijos de Gabriela Arias Uriburu. Trate de ayudarla mas allá de la cobertura mediática en todo lo que pude, y eso forjó una amistad que aunque no nos veamos sabemos que existe. Gabriela me enseño algo importante. La paciencia y el Diálogo hacen milagros. Ella ahora ve a sus hijos y pasa mucho tiempo con ellos, no todo el que quiera, pero lo logró, y a mi me emociona.
Salimos rumbo a la frontera y cuando nos acercamos vimos un mundo de personas viviendo de la desesperación de los otros. Una larga cola de más de 6 cuadras para pasar y supuestos hombres con contactos que se trepaban a la camioneta para ofrecernos sus servicios. Seguimos marcha hasta que no pudimos evitar a uno que nos mostró una credencial que debería tener la misma influencia que  el referéndum de los habitantes de Malvinas. 
Cinco pesos para cruzar el puente, 40 para estacionar, 160 para entrar la camioneta a Guatemala, 38 para que la desinfecten, y asi uno atrás del otro. Después de evitar a los hombres con contactos y a los cambiadores de pesos mexicanos en quetzales que perdían plata para ayudarnos salimos rumbo a Guatemala. 
El paisaje es diferente. Ya no hay mas desierto. Ahora todo es verde y florido. Las cañas de azúcar se levantan a los costados de la ruta, y los cosechadores trabajan muy cerca de los autos. Por cierto, el quetzal, nominación de su moneda, es una serpiente emplumada.
 
Aparecieron los clásicos colectivos de Centroamérica, buses escolares de los Estados Unidos, pero reformados y muy coloridos. Manejan como locos y siempre van acompañados por algún joven, colgado del estribo, y que va haciéndose paso a los gritos.
Nos quejábamos de algunos caminos en Mexico  pero estos están en peores condiciones. La primera parada fue en un negocio de una cadena de comidas rápidas, pero no la que imaginan. Comimos algo, trabajamos porque teníamos internet y seguimos viaje. La otra fue para cambiar el chofer y mientras Daniel se preparaba yo fui a comprar unos helados. En realidad era un puestito en la calle en donde una chica vendía “Tuti Frutti”. En un vaso puso una cantidad de frutas en trozo, lo completó con hielo granizado que trabajó con sus propias manos hasta convertirlo en una semi esfera que decoraba el vaso, le agregó leche de coco, leche condensada, chocolate y granas. Acá estoy, con mi primer dolor de estómago. Pero feliz. Llegamos a Guatemala y mañana nos espera un gran día de trabajo. Nos va a recibir la Embajadora Argentina y el ex Presidente de Guatemala, Vinizio Cerezo. Luego seguiremos camino hasta Nicaragua. 
La gran noticia del día es que escribieron los alumnos de la Universidad de Westminster, con los que nos juntamos cuando estuvimos en Londres, y quieren venir a la Argentina para charlar más sobre Malvinas, porque la intención es abrir una cátedra permanente en la carrera de Relaciones Exteriores de esa Universidad.
Un pàrrafo aparte para Matías, el tercer hombre a bordo de la camioneta. Sin su participación como navegante, con todos su aparatos tecnológicos, lo mas probable es que estuviéramos dando vueltas por algún lugar remoto. Además le aporta al equipo su frescura y su siempre buen humor y predisposición. Un acierto que haya venido. Y un gusto conocerlo.

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