sábado, 6 de febrero de 2016

Quinto día. Despertarse en La Antigua es un mimo al alma. Y si encima el dueño de la casa en donde estacionamos la camioneta, Juan Sebastián, se acerca para ofrecerte desde su baño hasta que entres a su casa a desayunar, sin conocerte, es demasiado. Me contó que vive ahí desde chico y que ama el lugar, pero que ya no es lo mismo. Yo estuve hace varios años y en algo coincidimos. Está un poco más comercial y al trabajo de la gente que baja de las montañas para ganarse su pan se le presenta la competencia de aquellos que han invertido mucha plata para atraer a turistas mas sofisticados. Son las leyes del mercado me dirán, pero la gente necesita seguir trabajando para poder comer, si no se va a complicar. Me contó que ahora están contentos porque ganó las elecciones una arquitecta nacida en La Antigua, y tiene un plan de recuperación y preservación de la Ciudad. Ojalá salga todo bien y su gente no tenga que pasar otra vez por la situación de ver varios intendentes detenidos por corrupción.
Salimos a la ruta temprano porque la idea era llegar a la frontera de Nicaragua, atravesando Guatemala, El Salvador y Honduras. No pudimos, pero eso lo cuento mas adelante. 
Me toca manejar a mi y lo hago con mucho placer. Y el que maneja elige la música. Aunque en realidad la pone Matías desde mi celular. Suena Charly García y Los Dinosaurios y justo se presenta un cartel gigante, con siluetas, que dice “¿Donde están los desaparecidos?. Coincidencias o no. Pero lo que no es coincidencia es que las políticas criminales que azotaron a nuestro continente se hayan parecido tanto. Se me infla un poco el pecho y lamento que los Guatemaltecos, pese a todos los esfuerzos de mucha gente, no hayan tenido la suerte, o el coraje, de encontrar memoria, justicia y verdad como lo hicimos nosotros. 
La ruta es perfecta, y pese a que damos una vuelta de mas, vamos saliendo de a poco de la hermosa Guatemala. El camino se abre como una flecha en el medio de una selva bellísima , cuyas ramas caen sobre el techo de nuestra camioneta como queriendo abrazarnos para que no nos vayamos. El colorido a un lado y otro del camino se parece a uno de esos cuadros de pintores naturalistas de Centro América, que llenan los museos de otros países. El asfalto es excelente y ya no vemos a la gente sobre la ruta tratando de vendernos sus aguas de tamarindo y piña. Algo que comimos nos cayó mal a Daniel y a mi, pero lo vamos superando. En el camino me entero que ganó Chacarita y eso me pone feliz. 
Al mediodía llegamos a la frontera de El Salvador con la intención de pasar rápido, pero cometimos el error de no contratar los servicios de los falsos influyentes, y el señor de la aduana, que parece tener algún tipo de vínculo comercial con ese grupo, nos demora más de lo necesario. Tres horas de juntar papeles y esperar que el señor se dignara a acercarse a la camioneta, mientras vamos viendo que en otros autos las inspecciones son hechas por esos mismos falsos influyentes. Cosa que pasan en todos lados.
Retomamos el camino cerca de las 3 de la tarde y nos damos cuenta que no almorzamos. Paramos en un negocio comercial atendido por una señora, sus hijas, y sus nietas. Un restaurante especialista en pupusería, con una elaboración muy artesanal. Tanto que la señora hace las pupusas, un estilo de empanadas aplastadas, rellenas de vaya a saber que cosa, que por ahora no hemos probado, con sus propias manos y al aire libre, sobre un costado de la ruta. Después de todo no somos inspectores de bromatología.
Mientras almorzamos vemos a un grupo de jóvenes vestidos de blanco salir de una calle de tierra, custodiados por la policía, tocando instrumentos como el bombo, la flauta, el trombón, la trompeta y varias más, caminando al frente de un grupo mas intenso, quienes portaban una imagen gigante de la Virgen de la Desolación. 
Iban en procesión porque hoy comienza, para los católicos, la semana de penitencia previa a la cuaresma. Ahí recuerdo lo que dijo el Papa Francisco, “No es necesario creer en Dios para ser una buena persona. En cierta forma, la idea de Dios no está actualizada. Uno puede ser espiritual, pero no religioso. No es necesario ir a la iglesia y dar dinero. Para muchos, la naturaleza puede ser una iglesia. Algunas de la mejores persona en la historia no creían en Dios, mientras que muchos de los peores actos se hicieron en su nombre”. Nada que agregar.
Seguimos camino y vemos un cartel que dice no bote basura. Dudamos un instante si está escrito con v o con b. Nos reímos y decimos que es lo mismo. Suelen pasar tragedias cuando botamos o votamos basuras.
Tiempo de mi descanso y cambio de piloto. Un perro decide cruzarse en nuestro camino, y Daniel, poseído por el espíritu de Ayrton Sena, y advertido por Matías, hace una maniobra digna de un piloto de fórmula 1. Pero no vamos a bordo de un fórmula 1 y una lluvia de vasos, cubiertos y electrodomésticos cae dentro de la camioneta. No importa. Un vaso menos, pero el perro seguirá vagando por las calles de El Salvador sano y salvo.  Seguimos camino pero decidimos hacer un desvío y quedarnos a pasar la noche en San Salvador. Mañana será otra historia. Nos esperan el cruce de 2 fronteras y 650 kilómetros nos separan de Managua, nuestro próximo destino, en donde nos esperan el lunes por la mañana en el campus de la principal Universidad de Nicaragua.. 
Antes de irme a dormir pienso que por estos caminos, en mitas de la selva, vivieron luchadores que pelearon por la soberanía de sus países, como Farabundo Martí y Augusto Sandino. La pelea por la defensa de la soberanía continúa y son nuevos los desafíos para lograrla. Y nuevo sus protagonistas.
Malvinas es un desafío que tenemos los Argentinos por delante. Generar situaciones que nos lleven a lograr la soberanía plena a través del Diálogo es una obligación y una necesidad. Nuestra Constitución así lo dice. Y nuestro corazón nos obliga a seguir adelante, como nos dijo el Papa Francisco.

PD: Como homenaje a este pueblo tan cálido de El Salvador, agrego la explicación de la pupusas que figura en wikipedia. 

Una pupusa (del pipil pupusawa) es la pronunciación españolizada de popotlax, una conjugación de las palabras en el idioma Náhuatl popotl, que significa grande, relleno, abultado, y de tlaxkalli o tortilla.n. 1 Es una tortilla de maíz gruesa hecha a mano (a base de masa de maíz, una masa de harina de maíz usada en la cocina americana) que está rellena con uno o más de los siguientes ingredientes: queso (normalmente un queso fresco muy común en ciertos países americanos llamado quesillo), chicharrónayotefrijoles refritos o queso con loroco. También está la pupusa revuelta con ingredientes mezclados, como queso, frijoles, chicharrón o tocineta.
Las pupusas son la comida típica más difundida en El Salvador,1 probablemente por la tradición instituida de generación en generación. Pese a que no se conoce de manera certera su origen, estudios antropológicos señalan que nació en territorios centroamericanos, especialmente en el occidente de El Salvador.
La preparación de dicho alimento conlleva diversos pasos y el uso de ingredientes variados, los cuales también constituyen un aporte económico para los productores. Existen controversias que han tomado carácter internacional acerca del origen y derechos sobre las mismas; sin embargo, dichas controversias no han supuesto consecuencias.
Pupusas hechas en Olocuilta, La Paz, El Salvador. La forma en que se sirven es típica para pupuserías salvadoreñas.
Es muy similar a las arepas venezolanas y colombianas, así como a las tortillas panameñas.

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