miércoles, 10 de febrero de 2016

Sexto día. Amanecimos en San Salvador más temprano que de costumbre porque pasamos la noche en una estación de servicio que creó a las 11, porque nos explicaron que era una zona peligrosa. Aparentemente bajaban de los barrios las pandillas y asolaban la zona, por lo cual tuvimos que contratar a un personal de seguridad que nos cobró 20 dólares para cuidarnos. En el medio de la noche escuchamos como tuvo que cargar su arma larga para espantar a alguien que quiso llevarse de souvenirs la cubierta de auxilio de la camioneta. Antes de salir miró un diario y leo que la Embajadora de los Estados Unidos se iba del país lamentándose porque no se había podido alcanzar el fin de la violencia. “No entiendo como un país que hace 20 años firmó la Paz no pueda ponerse de acuerdo para acabar con la violencia”. Me acordé de un viejo chiste que decía que el único lugar en donde no había golpes militares o inestabilidad institucional eran los Estados Unidos, por la simple razón de que allí no había Embajada norteamericana.
Dejo atrás el País de uno de mis primeros ídolos Latinoamericanos, luchador incansable por la Paz, quien sabiendo que corría peligro no dudo ni un instante en ofrecer su vida para que todo el mundo conociera las atrocidades que se cometían en contra de su pueblo. La gente lo recuerda en las paredes de sus casas. Monseñor Arnulfo Romero murió acribillado mientras denunciaba a sus futuros asesinos.
Tomamos la carretera rumbo a Honduras. Pasamos por un cuartel militar que decía “El ejército vivirá si la República vive”. Todavía tienen en la puerta de los destacamentos las barricadas con personal apostado con armamento de guerra.
La ruta es muy linda y disfrutamos de los mil colores que ofrece El Salvador. Los cañeros trabajan a uno y otro costado de la ruta, llenado camiones que cuando uno los ve en marcha imagina a Carlos Valderrama, ese exquisito número 10 colombiano, avanzando entre defensores, porque vienen muy rápido, pero llevan colgando las cañas por todos lados, como el crack llevaba su melena al viento. Me voy sin probar las pupusas y eso no me lo perdonaré jamás. Ya volveré.
Llegamos a Honduras cerca de las 10 y 30 horas y comenzamos con los trámites de migración y aduana. Los hacemos bastante rápido porque esta vez contamos con la amabilidad de una señora que colabora con nosotros. Claro que no podemos zafar de pagar el canón por la camioneta y una visa que nos cobran por nosotros. Hay que estar advertido de esto porque venimos pagando en todas las fronteras. Lo extraño es que después de unos metros alguien nos pide los recibos y ya no nos quedará constancia del pago. En la cola de los trámites alguien comienza un debate. Nos ven argentinos y siempre aparece la misma pregunta. Maradona o Messi. Participa hasta un brasileño quien también da su opinión. Cuando me preguntan les digo “ninguno de los dos, para mi el más grande fue el Mágico González”. Me miran y les gusta lo que les digo, porque fue el mejor jugador de Centro America de los últimos tiempos. Seguro mi amigo Vito Amafiltano me dará la razón. Vamos bastante bien hasta que comenzamos a transitar por la rutas de Honduras. Nos da la sensación que las importaron de la última guerra de Kosovo y las pusieron acá. Un verdadero desastre su abre vamos nuestros pies, y los pobres amortiguadores de la camioneta trabajan mas de lo esperado. Por mas que bajamos la velocidad, esquivar los pozos se transforma en un verdadero desafío. Por uno kilómetros reaparece el escenario desértico de México, y también el viento, pero no lo aprovechan como allá. Antes de salir del extenso territorio gobernado por Peña Nieto vimos una parque eólico inmenso. Y por un momento me sentí Don Quijote, aunque en verdad me parezco mas a Sancho Panza, a bordo de un Rocinante motorizado, luchando contra eso molinos, muchos mas grandes que los de la obre de Cervantes. Solo hay una diferencia entre el Hidalgo Caballero de la Mancha y yo. Y es que a mi me espera una Dulcinea de verdad, mucho más bonita que la de la historia, y a la cual extraño demasiado. Dulcinea, o María José, es una parte fundamental en esta historia, como lo ha sido durante toda esta campaña, y en gran parte de mi vida, y espero que lo siga siendo, sobre todo en lo último, por muchos años más.
Sin su esfuerzo no podríamos haber hecho la foto del Papa, o muchas otras más. Sin su colaboración no hubiese empezado esta campaña. Y sin su determinación la habría abandonado cuando las cosas no salían. Abogada excelente, productora de lujo, socia fundamental, y sobre todo, la mujer de mis sueños.
En Honduras hacemos una parada técnica, larga, para recuperar fuerzas, y porque Daniel se siente verdaderamente mal. Arrastra un malestar desde hace dos día, pero hoy lo dejó de cama. Se repone y continuamos. Llegamos a la otra frontera, la que une a Honduras con Nicaragua, y vuelve a aparecer la selva en su esplendor. Mientras esperamos en la aduana Nicaragüense, aunque ya de noche, se escuchan los pájaros que se comunican de un árbol al otro. No los puedo ver, pero los imagino grandes por su graznidos, y coloridos por la alegría de sus cantos. Ya estamos en la maravillosa tierra de Ruben Darío, y de Sandino, por supuesto. Tenemos alguna dificultad al ingresar porque, cansados de los falsos influyentes, solicitamos que nos muestren la credencial. Se enojan, pero enseguida lo solucionamos. La ruta es fantástica. Hace mucho calor. necesitamos acercarnos a Managua porque allí nos espera mucha gente. Paramos en una gasolinera y descubrimos a Nelson, un personaje que trabaja acá, pero que podría ser funcionario del gobierno. Empezamos a intercambiar historias y me pregunta por que se tanto de Nicaragua. Cerca de la madrugada le confieso que amo Nicaragua y a su gente por sus luchas, su romanticismo, su hestoicidad, por llevar adelante sus sueños de libertad, y por continuarlos, por pelear todos los días por un país mejor, y sobre todo, porque siempre estuvieron a nuestro lado, siempre, y Malvinas lo tienen presente. Y pelean junto a nosotros por ellas. Por el Diálogo, por la Paz, y porque se cumplan los sueños de soberanía de todos los pueblos Latinoamericanos. Gracias NIcas. Hoy espero disfrutarlos.

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